Recuerdos personales de cuando estuvo entre nosotros :
El Papa que nos llenaba el día de alegría,
el que nos hacía salir corriendo de casa para verlo y escucharlo,
el que hacía que no nos importara no comer, caminar mucho o dormir poco con tal de ir a su encuentro,
el que nos hacía reír y saltar como niños,
el que, al marcharse, nos dejaba como vacíos ,
el que nos hacía querer ser buenos.
Supongo que todo ello es lo que un santo provoca en quienes lo rodean.
¡Cariño por siempre amado Juan Pablo II!