El respeto por la palabra dada -hoy- casi ha desaparecido.
Las personas hablan "porque tienen boca", pero no parecen hacerlo desde la mente ni desde el corazón.
Sin embargo, dentro de ese proceso maravillosamente humano de "hacerse digno de confianza", el respeto por la palabra propia tiene un lugar básico.
Una identidad valiosa está ligada a la palabra, es vivir en la verdad con nosotros mismos y en la verdad para con los demás.
Si das una palabra te has comprometido, has creado una expectativa, has buscado que alguien ponga su confianza en ti. Entonces ¡debes cumplir tu palabra!
Y ésto es cierto para lo trivial y para lo grave.
No cumplir tu palabra es ponerte un cartel que dice "No tengo un buen carácter. No tengo fortaleza. No sé lo que es la verdad. No respeto a los demás.
NO SOY DIGNO DE CONFIANZA."
Si no respetas tu palabra, no mereces el honor de la confianza de nadie.
2 comentarios:
Tan cierto que deberían recordarlo desde los políticos hasta familiares y compañeros de trabajo. Es muy fácil jurar hasta sobre una biblia, pero esas palabras no tienen ningún valor.
Quien no sabe ser digno de confianza , ¡¡aunque jure!!
Gente sin palabra es un ente muerto.
Un abrazo.
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