Algunos se molestan tanto que -de todas maneras- aún sabiendo que no pasará ponen su basura hogareña en la puerta de su casa, malogrando la vista y el aseo público. Como si no pudieran dejarla en una bolsa cerrada, dentro de su casa.
El otro día me preguntaba qué ocurriría si fuéramos tan escrupulosos con nuestra basura interna. ¡¡Qué bueno sería que nos apresuráramos a deshacernos de ella!!
¿Cuánto rencor menos, cuánto dolor menos, cuánta ira, cuánta decepción, cuánta envidia, cuánta mentira, cuánta maldad de menos tendríamos dentro?
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