Hay un modo fácil y seguro de saber la respuesta. Es contestar a ¿Qué amo?.
¡Qué amo! No qué digo que amo sino qué amo, qué prefiero, qué escojo, en mis hechos diarios.
Porque todos sabemos decir que somos capaces de amar lo mejor, pero no todos somos capaces de -en los actos- mostrar amor a lo mejor.
¿Eliges de confidente al veraz o al torcido? Lo que elijas eres.
¿Prefieres la amistad del pícaro a la del honesto? Eres un pícaro.
¿Das méritos al capaz y preparado o al que finge saber? Según tu elección tienes la respuesta sobre cómo te valoras mentalmente y cómo eres.
¿Te asesoras con el justo o con el convenido? Ya sabrás quién eres.
Si te evalúas objetivamente, con la misma frialdad con que evalúas a los otros, no sólo sabrás quién eres sino en qué necesitas superarte.
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