Suele pensarse que nuestras convicciones son sólo para hacer declaraciones.
Hablamos de nuestras convicciones, las fundamentamos, las discutimos y hasta peleamos por ellas.
Muy bien. Pero ¿las vivimos?
Las convicciones deben ser traducidas en obras, deben ser vividas.
No será fácil. Nada valioso suele ser fácil.
Queremos honestidad, queremos respeto, queremos derechos. ¿Lo practicamos?, ¿o sólo miramos si el vecino lo practica?
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