Por lo que he podido observar, los padres oscilan entre temer favorecer el que los hijos se independicen o darles tanta independencia que más parece abandono.
El hijo/a a quien se la niegan o se la ofrecen a cuentagotas, acaba acobardándose o rebelándose. El otro/otra, a quien se la ofrecen a raudales, acaba desorientado y perjudicándose.
Puede ser duro para los padres, pero ellos no son dueños de la vida de los hijos. Mientras van creciendo los cuidan, los guían pero -también- necesitan irles enseñando a ser libres, a pensar y actuar por su cuenta, sabiendo que las consecuencias serán para ellos, no para sus padres.
Punto medio : de acuerdo a la edad, ir mostrando lo que es la libertad y cómo usarla, para el propio bien y el de los demás.
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