jueves, 8 de julio de 2010

CURSO BÁSICO DE HUMANIDAD 16.

CUÍDATE  DE  LA  ADULACIÓN.
La inseguridad también existe.
Cualquier ser humano requiere, para desarrollarse, de la aprobación de sus congéneres. Esa aprobación se agradece y es grata.
Pero ¿qué efectos provoca en ti?
Si te anima, estimula o reconforta, puede ser una aprobación saludable.
Si te engríe o engaña, ¡cuídate mucho! porque ya no es aprobación, es adulación . Adulación que tiene la intención no santa de halagarte desproporcionadamente por algún motivo tampoco santo.
¿Te quieren alabar, lo mereces? ¡Que te alaben!.  Pero adularte es hacerte tonto o creerte tonto y manipularte.
Y sin embargo ¡cuántos de esos tontos vemos a diario! Tan crédulos que llegan a considerar que los que no los adulan son poco menos que enemigos.

5 comentarios:

MARCRISPA dijo...

Aprobación vs adulación.

Dices al final que a veces el que es adicto a la adulación llega a pensar que el que no lo adula es un enemigo... pues bien, se da...
Lo que me preocupa más es aquel que depende de no la adulación, sino de la probación, y que si no recibe ésta, considera que su ser y obra no merecen la pena, y se convierte en un frustrado, amargado y deprimido...

Concluyo entonces, que no debemos cuidarnos solo de la adulación sino también de la falta de aprobación, que aún si ella, somos...

fraterno abrazo

Marianne dijo...

El que obra con convicción y conciencia no necesita ni aprobación,menos aun adulación.El que obra de dicha manera no espera nada mas que hacer lo correcto,cuando llega la aprobación se siente entendido pero como no la espera es simple accesorio,si llega la adulación se siente abochornado y se aleja.
Excelente curso,lo sigo paso a paso,gracias.

Martha Sialer Chaparro dijo...

Hola Marcrispa! Como dices, ninguna dependencia es buena. Para no depender de la aprobación ajena necesitamos aprender a conocernos, evaluarnos y aprobarnos justamente nosotros mismos. Un abrazo.

Hola Marianne! Feliz quien puede prescindir siempre y por completo de la aprobación ajena.Aunque también podría tener sus riesgos. Prácticamente todos -como seres sociales- la requerimos en dosis correctas. Otro abrazo.

Anónimo dijo...

Hay personas vanidosas, que han sido engreidas y mimadas en la niñez, que esperan que siendo adultas se les dé todo como en la infancia, y que las demás personas las adulen como lo hacían sus padres siendo niñas, sino piensan que están envidiosas de ellas.

Martha Sialer Chaparro dijo...

Ante esas gentes -si no son capaces de aprovechar una enseñanza- ¡distancia cordial!!
Abrazos.