domingo, 13 de diciembre de 2009

RECIBIR.

Suena como fácil, pero creo que no lo es tanto, particularmente cuando hay necesidad de por medio.
Aunque se dice que hay personas acostumbradas a recibir, recibir no parece ser siempre grato.
Cuando se recibe de la mano de Dios y uno puede reconocerlo así, nos sentimos felices.
Cuando se recibe de la mano de otro, no siempre se siente felicidad. Quizá por ello es que existe la ingratitud : mejor ni recordar lo recibido.
Me pongo a pensar que -si nos toca recibir porque lo necesitamos- requiere que aportemos gratitud y deseo de retribución para poder sentirnos bien.
Gratitud para recordar sin amarguras el bien que se nos da  y retribución para estar dispuestos a dar también, devolviendo o dando a otro de lo bueno que tengamos.
Porque, a fin de cuentas, ¿quién no necesita recibir algo de los demás, si la vida es una cadena de favores?.

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