Comienzan en el razonamiento y la reflexión pero pasan a regir nuestra conducta.
Son guía y fuerza para la acción humana.
Si actuamos éticamente es porque los principios nos dirigen en pensamiento, sentimiento y acción. Los principios son valores.
Entonces ¿cómo es posible que veamos a diario personas que explican sus vaivenes éticos en función de su derecho a cambiar de opinión?
Y, además, añaden que sus pricipios = opiniones son personales y -por ende- no incumben a nadie más.
Algunos principios o convicciones podrán variar a lo largo de la vida de una persona, pero no pueden depender de la conveniencia personal y cambiar prontamente según el tiempo y el lugar.
Si lo hacen, ya no son principios, son etiquetas utilitarias.
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