Se suele creer que la vida "mundana" avanza por un camino y la vida "espiritual" avanza por otro camino. Se cree que -tal vez- puedan ser vías paralelas, pero siempre separadas.
Ese es el error.
La vida cotidiana donde no hay Dios y Señor que nos ama y nos guía al bien, es como un lugar abandonado donde no puede haber ni limpieza ni orden.
Yo no he visto nunca una persona sin Dios que viva una vida dignamente humana, donde se respete -¡de verdad!- al otro o se le ame.
Pueden ser personas hasta de apariencia honorable pero con demasiadas sombras en el alma y con errores en el trato a los demás y, sobre todo, errores que no son capaces de reconocer y corregir.
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