He observado que hay dos fases de la vida humana en que la capacidad de maravillarse es mayor,
Una es la primera infancia, donde los niños admiran y gozan con todo, la luz, una flor, cualquier bichito, todo les alegra el alma y la cara.
La otra fase es la de la adultez, la que no tiene edad fija sino que llega cuando la persona vuelve a ser capaz de admirar y gozar con todo lo que la rodea, y -además- agrega el elemento de la gratitud reflexiva, que reconoce que el mundo es una maravilla y que la vida es bella, más allá de lo circunstancial.
¿Te parece que no son muchos los que alcanzan esa adultez?
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