La razón nos dice que todo país que tenga una extensión geográfica mediana tendrá gente de varias etnias.
Etnias con gustos y costumbres, y hasta lenguas particulares. Eso no es, o no debería ser, motivo de división sino de riqueza cultural.
Pero surgen politicastros y dirigentuchos, cuasi delincuentes ( a veces sin cuasi), que ven en ello una fuente de provecho personal. Y -como de costumbre- las masas los siguen sin pensar.
Y así resulta un país fraccionado, donde "no acepto la ley general", "sólamente quiero mis propios intereses", "voy a hacer lo que me venga en gana" y "soy parte del país cuando me convenga".
¿Qué sociedad, del tipo que fuere, aceptaría un miembro así?
Un país es como una familia. Sujetos con identidades diferentes pero unificados por el bien propio y el común. Puede haber acuerdos, pero en unidad.
Ejemplos de "países multiétnicos" fracasando los tenemos cerca y lejos del Perú. Y dan pena.
Parece que queremos ser un fracasado más.
¿Les daremos el gusto a esos divisionistas? ¡Cuidado que vienen con disfraz de expertos, de reivindicadores o hasta de cristianos!
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