Las personas aspiran a los cambios, o así lo dicen.
Los padres confían en que sus hijos "cambiarán".
Se espera que "los tiempos cambien", trátese del clima o de las situaciones.
Los países esperan "un cambio", así, sin especificar de qué se habla.
Y, aunque un cambio implica variación, no toda variación implica mejoría.
Y cuando se espera simplemente "un cambio", -a pesar del optimismo humano- , suele no haber ninguno o el que ocurre supone perjuicio más que beneficio.
Todo esto me hace pensar que más que esperar o pedir cambios, nos convendría especificar qué, en qué dirección y cuánto deseamos variar.
Pedir cambios sin especificarlos puede resultar un suicidio.
Esperar cambios sin trabajarlos resulta un fracaso.
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