sábado, 28 de agosto de 2010

DEJAR LAS COSAS EN SU SITIO.

Hacerlo es una señal inequívoca de buena educación y del interés por los prójimos.
Pero a veces lo olvidamos.
Abrimos puertas y no las cerramos.
Sacamos libros y no los devolvemos a su lugar.
Movemos propiedades ajenas y luego ... ¡que el dueño busque dónde  las encuentra!
Como si no nos importara ni el derecho ni el bienestar del otro. Se hace algo y se espera que otro cargue con las consecuencias.
¡No puede ser!

La única excepción sería la de cambiar o corregir algo, viendo que significa un riesgo para otros. Y, aún en esos casos, es necesario preguntar para asegurarnos, o para no herir susceptibilidades  :  personas hay que se ofenden cuando se les ayuda o se les hace un bien sin su consentimiento. Parece mentira , pero es verdad.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Muy cierto lo que escribes, lo peor es cuando la persona que mueve las cosas (que ya es adulta) se le dice que no continue haciéndolo, pero lo hace.

Yo creo que es falta de responsabilidad y abuso de confianza por estas personas.