La buena voluntad es lo mínimo que se puede esperar de un ser humano. Pero no es suficiente ni es justificación para cualquier acción.
Si con toda buena voluntad alguien me origina un mal, la consecuencia es igualmente negativa y no servirá de consuelo a mí ni a mi familia.
La buena voluntad es el terreno, pero sobre él hay que edificar. Edificar con estudios, con esfuerzos, con prudencia.
Cansa y preocupa, por ejemplo, escuchar por radio tanto consejo seguramente de buena voluntad pero de poca o ninguna ciencia.
¡Bien se dice que de buenas intenciones está empedrado el camino al infierno!
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