VER : He 9, 1-18
También nosotros podemos ir por el camino de Damasco. Vamos con planes definidos, vamos con intenciones claras, vamos a alcanzar algo. Nos sentimos con valor, con interés, decididos y motivados.
Pero todo eso, como en el caso de San Pablo, puede estar bien definido pero mal orientado. Y, con mucha "suerte"-gracia, puede ocurrirnos lo que le sucedió a San Pablo.
Podemos, literalmente, vernos por tierra. Con planes cortados, con decisiones interrumpidas, con temor, desorientados, aturdidos como cegados. Y entonces ¿qué hacer? Gracia-"suerte" no va a faltarnos si la rogamos. El tema es ¿qué quiero hacer yo?, ¿voy a quedarme aturdido por el golpe?, ¿voy a tratar de entender más allá de lo aparente?, ¿voy a seguir el mejor camino o voy a insistir en el peor?
¿En qué quiero creer?, ¿en qué me voy a apoyar?, ¿me dejaré dominar por la costumbre o lo que otros crean?
Decidiré si volver a la fe o si seguir desorientado esperando encontrar un norte, que no encontraré. Convertirme o no. No es poco lo que va en juego.
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