lunes, 15 de marzo de 2021

NUESTROS CAMINOS DE EMAÚS. Estamos en Cuaresma y uno piensa . . .

 
LEER : Lc 24, 13-35

Todos somos, de algún modo, los discípulos de Emaús. Todos, alguna vez, nos sentimos con la desesperanza de ellos. Todos tenemos la opción de vivir la experiencia que ellos vivieron.

Tristes, desanimados, frustrados, decepcionados. ¿Quién no sabe lo que son estas situaciones? El camino de Jerusalén a Emaús es un camino de bajada, en lo geográfico y en lo personal.

Y reaccionamos como los discípulos. Perdemos la esperanza, abandonamos o quisiéramos abandonarlo todo, huimos de una situación que nos duele. Pero existe, siempre existe, la ocasión de encontrarnos con el Señor. Él quiere hacerse el encontradizo con nosotros. Él sabe cuando lo necesitamos más. Y no le enoja vernos tristes, desalentados, acobardados.  Siempre nos ama y quiere encontrarse con nosotros o, mejor dicho,  quiere que lo dejemos encontrarse con nosotros.

Es lo mejor que puede ocurrirnos. Es la salvación. Es vivir de verdad.

Déjalo al Señor que te halle, que te hable, que te muestre su bondad, permítele mostrarte que está contigo, pídele que te done al Espíritu Santo.  No te cierres, no te ciegues, no seas bobo creyéndote listo y moderno. Deja el camino de bajada a Emaús y vuelve a subir.  No dejes que el Señor siga de largo porque no lo quisiste reconocer y recibir.


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