Todos (o casi todos) deseamos ayudar, ser útiles. Es lo normal.
Sin embargo, a veces podemos hacer más daño que bien. Nuestras palabras y nuestras acciones pueden resultar nada edificantes para los demás.
Solemos creer que la libertad incluye, en su repertorio, la libertad para hacer mal. ¡Grave error! Eso ya no es libertad.
Se puede elegir el mal -claro que sí- pero al hacerlo salimos del ámbito de la libertad para entrar en el de la dependencia/esclavitud.
Un verdadero ser humano nunca podría elegir libremente el mal como opción humana.
Y las veces en que comprendemos que vamos a dañar, lo humano es frenarnos, ponernos a nosotros mismos un límite. Supongo que alguien no podrá entender que uno se limite libremente. ¡Pero así es! Es igual que cuando uno se extralimita en su dependencia/esclavitud.
Continuaremos ...
1 comentario:
Martha
¡Realmente tienes habilidad para decirlo corto y claro!
El problema está en que pocos tienen la conciencia o la han formado o estructurado para la hermandad, pese a 'confesarse cristianos' o éticos.
Digámoslo claro: los egoístas difícilmente tendrán el discernimiento de aquello que puede dañar al prójimo; pues como sabrás están concentrados en sí mismos y en sus apetencias personales.
Lo que queda es reforzar a los que sí tienen conciencia y animarles a ponerle límites o cortafuegos a las maldades que 'con libertad' nos ponen los libertinos.
frateno abrazo desde Asunción
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