Tuvimos una gran fortuna quienes desde niños fuimos habituados a controlar la envidia.
Me parece (y con tristeza) que hoy en día lo hacen pocos padres. Más bien veo que la siembran.
Y la envidia es maligna porque no añade nada, no sirve ni para emular al envidiado.
La envidia sólo quiere opacar y destruir.
¿Quién pierde? El que envidia.
La envidia es una verdadera semilla del mal, que está en todo corazón. Tarea nuestra es no regarla, para que no crezca.
Continuaremos...
1 comentario:
Tienes toda la razón!!
Antes, algunos éramos educados y educamos en la ausencia del 'pecado' de la envidia.
Como lo expresas claro y corto:
'Y la envidia es maligna porque no añade nada, no sirve ni para emular al envidiado'
Es una absoluta pérdida de tiempo, en la que demasiados gastan y gastan su tiempo, ánimo, posibilidades y probabilidades del propio éxito... que la envidia es de lo bueno que tiene el otro, porque nunca supe que alguien envidie la tristeza o tragedia de otro... ¡o ¿si?!
fraterno abrazo
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