¡Qué ilusión tan vana! ¡Qué error tan ingenuo!
Nadie duda del valor de la práctica de actividad física (y de otras índoles) como medios de recreación útiles a toda edad. Esas actividades descansan de la rutina diaria, permiten un empleo positivo del tiempo libre y dan experiencias de vida -si son bien realizadas- que pueden ayudar a las personas. ¡Pero no educan! ¡No forman! ¡No están diseñadas para enseñar hábitos de pensar, sentir y actuar adecuadamente!
Hay que buscar las soluciones no para la fiebre sino para la infección que la causa.
Me dirán que "peor es nada". Tal vez, pero así no se progresa.